viernes, 21 de enero de 2011

Il Magnifico

El 1 de enero de 1449 nació en Florencia Lorenzo di Piero de' Medici, conocido como Lorenzo Il Magnifico.


Nieto de Cosme "el Viejo", pater patriae, padre del futuro León X, tío de Clemente VII, amigo de Poliziano y de Pulci, filósofo contemporáneo de Pico de la Mirandola, protector de Botticelli y de Miguel Ángel, recibió a la hora de la muerte, la bendición de Jerónimo Savonarola. La maravillosa plenitud del Renacimiento florentino tuvo en Lorenzo su protagonista, o mejor aún, su epicentro temporal y simbólico. A pesar de que murió muy joven -sólo contaba cuarenta y tres años-, él, con su nombre, su obra, su influencia y su persona, llenó toda la historia italiana civil e intelectual del último tercio del siglo XV.


Lorenzo como adolescente, en un fresco de Benozzo Gozzoli en la Cappella dei Magi


Tenía diecisiete años cuando su padre, Pedro el Gotoso, le envió, primero a Venecia y luego a Milán, como embajador extraordinario, encontrándose a los veinte años, en 1469, junto con su hermano Julián, al frente del Estado.

Sixto IV, cuyos proyectos de expansión impidió, retiró a los Médici la gestión de los fondos de la Iglesia y permitió que se organizara la conjura de los Pazzi, banqueros florentinos que en 1478 intentaron asesinar a los Médicis en la catedral: Juliano fue muerto pero Lorenzo escapó. El papa desencadenó contra él una guerra sin piedad, que confió al rey de Nápoles, Fernando I.



Los blasones



Pero dos años más tarde Lorenzo parte solo y desarmado, casi a escondidas, para Nápoles, con peligro de ser apresado y muerto, logrando alcanzar la paz. Todos los historiadores coinciden en alabar en él al prudente conciliador de los asuntos italianos, que supo ser también el "fiel de la balanza política", que frenaba rivalidades peligrosas y ponía fin a guerras funestas.


Si hubiera vivido más tiempo, quizá hubiera logrado, igualmente, impedir la invasión de Carlos VIII, origen de todas aquellas dominaciones extranjeras que se enseñorearon de Italia hasta finales del siglo XIX. Sin embargo ha sido la historiografía y la novela del siglo XIX las que, de una manera siniestra, nos han presentado a Lorenzo como un tirano de su patria, un hipócrita, un sanguinario y un corruptor. Estos escritores han olvidado que las vicisitudes por las que la República florentina pasó entre finales del siglo XIV y principios del XV, habían demostrado que no era posible en aquella ciudad envidiosa, rebelde y turbulenta, el libre juego de la libertad republicana, toda vez que las camarillas o familias más poderosas se disputaban, por todos los medios, más ilícitos que lícitos, violentos que pacíficos, la hegemonía. Era, por tanto, inevitable que una de estas familias, la más rica e inteligente, conquistase el predominio sobre las demás, y esta suerte, no tan feliz como pudiera creerse, correspondió a los Médici, gracias a la excepcional sabiduría de Cosme el Viejo, abuelo de Lorenzo.



Lorenzo no asumió los poderes ni se dio aires de príncipe, como sucedía en otras señorías italianas de aquel tiempo. Procuró solamente que fueran llamados a ocupar los principales puestos de la República amigos de la familia; sin embargo, en los asuntos de Estado consultó tanto a los grandes como a los humildes, y para todos los demás se contentó con ser un ciudadano entre los ciudadanos, y continuó ocupándose de los asuntos de su Banco, base principal del poder de los Médici.


Fue un mal gestor, dejó que se perdiera la compañía Médici. Con la baja del oro, la desfavorable coyuntura económica impidió a los soberanos pagar sus deudas; de este modo sucumbieron las filiales de Londres, Brujas y Lyon (creada en 1466). Por otra parte Lorenzo empleó los fondos del capital familiar en sus gastos culturales o políticos y, confundiendo el tesoro de Florencia con el de los Médici, provocó la bancarrota del Monte dei dotti.



La Biblioteca Medicea Laurenziana (Florencia)


Coleccionista como su padre, fundó la Biblioteca Laurenziana. Fue un intelectual, alumno de los humanistas. En la Academia platónica estuvo a la altura de Ficino, Poliziano, Pico della Mirandola y Leon Battista Alberti. Sus gustos artísticos han podido ser discutidos, pero lo cierto es que Boticcelli fue su amigo, y que la escuela del jardín de San Marcos, antecedente de la Academia de 1561, y que fundó para formar a los artistas, contaba entre sus alumnos a Miguel Angel.

Se casó con una Orsini (Clarice), romana de la más antigua nobleza. Hizo nombrar a su hijo Juan (Giovanni) cardenal a los 14 años. De sus nueve hijos, dos se convirtieron en papas poderosos. Su segundo hijo, Giovanni, ascendió al papado como León X. Y su hijo adoptivo Giulio (hijo ilegítimo de su hermano Giuliano) sería el futuro Clemente VII.


Amante de Lorenzo fue Simonetta Vespucci, esposa de Marco Vespucci (con quien se había casado a los 15 años) y musa inspiradora de Botticelli


En los últimos años permitió que Savonarola la emprendiese con él desde el púlpito, mientras no le fuera posible alejarlo de Florencia, por su calidad de fraile forastero.


Dotado de gran inteligencia, reencarnó durante su gobierno el ideal del príncipe renacentista: poeta, filósofo, mecenas y diplomático, gozó de una popularidad real en Florencia y de gran prestigio en Europa, ya que por su recomendación, los artistas florentinos consintieron en poner su talento al servicio de los príncipes del continente.


Para la posteridad: estatua de Il Magnifico, en Florencia, en el frente de la Galleria degli Uffizi


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